La mente es como un jardín que puede ser inteligentemente cultivado o abandonarse y llenarse de hierbas y maleza. Sin embargo, ya sea que esté cultivado o descuidado, está destinado a producir algo. Si no se siembran semillas útiles, entonces caerán, crecerán y se reproducirán en abundancia semillas de maleza.
Al igual que un jardinero cultiva su parcela manteniéndola libre
de maleza, cultivando las flores y frutos que desea, así debe también cada persona que desee triunfar en los negocios atender el jardín de su mente, limpiándolo de pensamientos dañinos e inútiles, y cultivando los frutos de pensamientos correctos y útiles.
Ten siempre presente que todos los pensamientos que nuestra mente engendra se encargan de moldear nuestro carácter, nuestras circunstancias y nuestro destino.
El pensamiento y el carácter son uno solo, ya que el carácter de una persona es la sumatoria de sus pensamientos dominantes y se revela y manifiesta en sus circunstancias. Es indudable que el entorno de cada uno siempre está en armonía con su manera de pensar. Un pobre carácter sólido es la semilla de grandes empresas.
Esto no significa que las circunstancias de una persona en un momento dado sean un indicador de la totalidad de su carácter, sino que algunas de dichas circunstancias son la cosecuencia directa de pensamientos que se encuentran en su mente. Podemos tener diez pensamientos positivos que nos están ayudando a triunfar, pero la presencia de un solo pensamiento negativo puede estar saboteando gran parte de nuestro éxito y nos puede estar deteniendo de utilizar el máximo de nuestro potencial.
Cada persona está donde está por decisión propia. Los pensamientos que han moldeado su carácter la han llevado allí. Nada de lo que ocurre en su vida es el resultado del azar o la coincidencia. Esto es válido tanto para aquellos que se sienten decepcionados con el mundo que los rodea como para quienes están satisfechos con él.
En el proceso del desarrollo humano, cada circunstancia que enfrentamos, trae consigo una enseñanza y una lección que debemos aprender; una vez que la hemos aprendido, ésta termina y da lugar a otras circunstancias.
La persona que piensa que su vida es el resultado de condiciones externas suele ser víctima de ellas. Sin embargo, aquella que sabe que las circunstancias nacen de los pensamientos es consciente de que cambiando su manera de pensar cambiará sus circunstancias.
Siempre atraeremos aquello que ya se encuentra dentro de nosotros; tanto lo que amamos como lo que tenemos. Las circunstancias son simplemente los medios mediante los cuales recibimos aquello que nos pertenece y que merecemos.
Para los empresarios triunfadores, el éxito nunca les llega por sorpresa. Ellos saben que cada semilla de pensamiento que sembramos y permitimos que eche raíces y crezca en nuestra mente, produce aquello que constituye su esencia y, tarde o temprano, produce sus propios frutos de oportunidad y circunstancias.
Buenos pensamientos producen buenos frutos, malos pensamientos dan malos frutos.
El mundo de las circunstancias exteriores toma forma en el mundo interno de los pensamientos, y todas las condiciones externas, agradables y desagradables, son factores que finalmente existen para que el ser humano aprenda, tanto de sus logros como de sus sufrimientos.
Siguiendo sus más profundos deseos, aspiraciones y pensamientos dominantes -ya sean visiones engañosas, viciadas por la imaginación, o caminos de elevadas espiraciones- el ser humano finalmente recibe pro completo los frutos de dichos pensamientos en la clase de negocio que construye o la clase de vida que termina viviendo.
Una persona no termina en la cárcel debido a la tiranía del destino o a la injusticia de las circunstancias, sino como resultado del camino y los deseos que ha elegido perseguir. Alguien de pensamientos nobles y puros no cae en el crimen de repente, a causa de las presiones o circunstancias externas que le puedan rodear. Lo cierto es que estos pensamientos criminales, seguramente han sido secretamente albergados en el corazón, y la ocasión propicia simplemente se ha encargado de revelarlos.
Las circunstancias no hacen a la persona; ellas simplemente la revelan a sí misma. No pueden existir condiciones que nos hagan descender en el vicio, a menos que existan inclinaciones viciosas previas. Pese a que a muchos les duela aceptarlo, lo cierto es que las personas no atraen hacia ellas aquello que quieren, sino aquello que son.
Extracto del Libro "La Clave" 10 reglas inquebrantables para construir un negocio exitoso.
Hace 15 años
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