"Revisión de la Cultura adquirida en los Libros"


Desde la infancia he sido criado en el estudio de las letras y, como quiera que me aseguraban que por medio de éstas se podía adquirir un conocimiento claro y seguro de todo aquello que es útil para la vida, ya tenía un vivísimo deseo de aprenderlas.
Pero cuando acabé el curso de los estudios, al finalizar los cuales es costumbre se admitido en la jerarquía de los doctos, cambié enteramente de opinión. Porque me encontraba turbado y confuso entre tantas dudas y errores que me parecía no haber obtenido otro provecho, al procurar instruirme, que el de descubrir cada vez mejor mi ignorancia...

Reverencia nuestra teología, y, como cualquier otro, yo pretendía ganar el cielo. Pero habiendo aprendido, como cosa muy cierta, que el camino de éste no está menos abierto a los más ignorantes que a los más doctos, y que las verdades reveladas que conducen a él están por encima de nuestra inteligencia, nunca me habría atrevido a someterlas a la debilidad de mis propios razonamientos; y pensaba que, para emprender su examen con éxito, hacia falta recibir alguna asistencia extraordinaria del cielo y ser más que un hombre...

En fin, por lo que hace a las malas doctrinas, pensaba que ya conocía bastante su valor para no dejarme engañar ni por las promesas de un alquimista, ni por las predicciones de un astrólogo, ni por las imposturas de un mago, ni por los artificios o por la vanidad de los que hacen profesión de saber más de lo que saben.

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